jueves, 12 de septiembre de 2013

Tonos de Gris - Capítulo 3

Capítulo 3 - Un yen por tus pensamientos

       Reita está feliz.

—Pero ¿qué estaba haciendo en Okinawa? —Su curiosidad exuda a través del
teléfono. Estoy en el fondo de la sala de archivo, tratando de mantener mi voz
casual.
—Estaba en la zona.
—Creo que es una enorme coincidencia, Shima. ¿No crees que estaba allí para verte? —
especula. Mi corazón se tambalea ante la perspectiva, pero es una alegría efímera. La
aburrida y decepcionante realidad es que él estaba allí por negocios.
—Estaba visitando la división de la Universidad. Está financiando una
investigación —murmuro.
—Oh, sí. Le está dando al departamento 2.5 millones de dólares.

“Wow.”

—¿Cómo sabes?
—Uruha, soy periodista y he escrito un artículo sobre él. Es mi trabajo saber esto. 
—Bueno, no te vuelvas loco. Entonces, ¿quieres estas fotos? 
—Por supuesto que sí. La pregunta es, ¿quién va a hacerlo y dónde? 
—Podríamos preguntarle a él en dónde. Dice que se va a quedar en la zona. 
—¿Puedes comunicarte con él?
—Tengo su número de teléfono móvil.

Reita jadea.

—El soltero más rico, difícil de alcanzar y enigmático en todo Japón, simplemente te dio su número de móvil.¡Shima! Le gustas. Sin lugar a dudas. —Su tono es enfático.
—Reita, está tratando de ser amable. —Pero a medida que digo las palabras, me doy
cuenta de que no es cierto... Satoru Okabe no es amable. Educado, tal vez. Y una
pequeña voz me susurra: “tal vez Suzuki tiene razón”. Mi cuero cabelludo se eriza ante la
idea de que quizás, sólo quizás, tal vez le guste. Después de todo, dijo que se alegraba
de que Akira no hiciera la entrevista. Me abrazo con silenciosa alegría, balanceándome
de lado a lado, considerando por un breve momento con la posibilidad de que tal vez
yo podría gustarle. Reita me trae de nuevo a la actualidad.
—No sé a quién vamos a llevar para hacer la toma. Nuestro fotógrafo habitual,
no puede. Está en su casa en America por el fin de semana. Se va a molestar por
perder la oportunidad de fotografiar a uno de los empresarios líderes de Japón.
—Hmm... ¿Qué hay de Aoi?
—¡Buena idea! Pregúntale, él haría cualquier cosa por ti. Luego llamas a Gackt y
averigua dónde nos quiere. —Reita es irritantemente arrogante respecto a Shiroyama.
—Creo que deberías llamarlo.
—¿A quién, a Aoi? —se burla Reita.
—No, a Gackt.
—Shima, tú eres el que tiene la relación.
—¿Relación? —chillo, alzando mi voz unas cuantas octavas—. Apenas lo conozco.
—Por lo menos lo conociste —dice con amargura—. Y parece que quiere conocerte
mejor. Shima, sólo llámalo —dice y cuelga. Es tan mandón a veces. Le frunzo el ceño a
mi móvil y le saco la lengua.

             Apenas estoy dejándole un mensaje a Shiroyama cuando Ogatta entra en el almacén buscando papel de lija.

—Así que, ¿cómo es que conoces a Satoru Okabe? —La voz indiferente de Hiro es
poco convincentemente.
—Tuve que hacerle una entrevista para nuestro periódico estudiantil. Reita no estaba
bien. —Me encojo de hombros, tratando de sonar casual pero no lo hago mejor que él.
—Satoru Okabe  en Okinawa. Imagínate —resopla asombrado. Sacude la cabeza
como para despejarse—. De todos modos, ¿quieres ir por un trago o algo esta noche?

              Cada vez que está en casa me invita a salir y siempre le digo que no. Es un ritual.
Nunca he considerado una buena idea tener una cita con el hermano del jefe, además,
Hiro es lindo en ese estilo de Chico-Japonés-hijo de vecino, pero no es un héroe
literario, ni con un mínimo esfuerzo de imaginación. “¿Lo es Gackt?”, me pregunta mi
subconsciente, con su ceja simbólicamente levantada. Le doy una palmada para que se
calle.

—¿No tienes una cena familiar o algo debido a tu hermano? 
—Eso es mañana.
—Quizás en otra ocasión, Hiro. Tengo que estudiar esta noche. Tengo mis exámenes
finales la próxima semana.
—Uru, uno de estos días, dirás que sí —dice sonriendo, mientras escapo hacia la sala
de ventas.


—Yo hago fotos de lugares Shima, no de personas —se queja Aoi.
—Yuu, ¿por favor? —le ruego. Tomando mi móvil, paseo por la sala de nuestro
apartamento, deteniéndome frente a la ventana a mirar la pálida luz del atardecer.
—Dame ese teléfono. —Reita me quita el teléfono, sacudiendo su sedoso cabello rubio
por encima del hombro, junto a la vendita—. Escucha, Shiroyama Yuu, si quieres que nuestro
periódico cubra la entrada de tu show, tomarás esta foto para nosotros mañana
¿Capiche? —Akira puede ser increíblemente difícil.
—Bien.Reita volverá a llamar con la dirección y la hora. Nos vemos mañana. —Cierra
la tapa de mi teléfono—. Arreglado. Todo lo que necesitamos hacer ahora es decidir
dónde y cuándo. Llámalo. —Sostiene el teléfono frente a mí. Mi estómago gira—.
Llama a Gackt, ¡ahora!

                 Le frunzo el ceño y busco en mi bolsillo su tarjeta. Tomo una respiración profunda,
estabilizante y con los dedos temblorosos, marco el número.
Él responde al segundo timbre. Su tono es contenido, tranquilo y frío.

—Okabe.
—Eh... ¿Sr. Okabe? Es Takashima Kouyou. —No reconozco mi propia voz, estoy tan
nervioso. Hay una breve pausa. Estoy temblando.
—Señorito Kouyou. Qué bueno saber de usted. —Su voz ha cambiado. Se sorprende,
creo y suena tan cálido... incluso seductor. Mi respiración se entrecorta y suspiro. Soy
consciente de que de repente Akira Suzuki me está mirando con la boca abierta
y me lanzo hacia la cocina para evitar su escrutinio no deseado.
—Eh... nos gustaría seguir adelante con la sesión de fotos para el artículo. —”Respira,
Uru, respira”. Mis pulmones se arrastran en una respiración apresurada—. Mañana, si
eso está bien. ¿Dónde sería conveniente para usted, señor?

Casi puedo escuchar su sonrisa de esfinge a través del teléfono.

—Me quedo en el Heathman de Okinawa. Digamos, ¿a las nueve y media de la
mañana?
—Bueno, nos vemos allí. —Estoy todo efusivo y entrecortado... como un niño, no
como una hombre adulto que puede votar y beber legalmente en Japón.
—Estaré esperándolo, señorito Kouyou. —Me imagino el brillo perverso en sus ojos
grises. ¿Cómo hace para que cuatro pequeñas palabras contengan tantas tentadoras
promesas? Cuelgo. Reita está en la cocina y me observa con una mirada de
consternación total y absoluta en su rostro.
—Takashima Kouyou. ¡Te gusta! Nunca te he visto o escuchado tan, tan... afectado
por nadie. En realidad estás ruborizado.
—Oh,Reita, tú sabes que me sonrojo todo el tiempo. Es un riesgo laboral conmigo. No
seas ridículo —le suelto. Parpadea, mirándome con sorpresa —muy rara vez saco mis
juguetes del coche— y me arrepiento brevemente—. Sólo lo encuentro... intimidante,
eso es todo.
Heathman, figúrate —murmura Reita—. Voy a llamar al manager para negociar un
espacio para la toma.
—Haré la cena. Luego tengo que estudiar. —No puedo ocultar mi irritación con él
mientras abro uno de los armarios para hacer la cena.

              Estoy intranquilo esa noche, dando vueltas y vueltas. Soñando con ojos grises llenos de
humo, overoles, piernas largas, dedos largos y oscuros, oscuros sitios inexplorados. Me
levanto dos veces en la noche, mi corazón latiendo con fuerza. “Oh, voy a lucir hermoso
mañana durmiendo tan poco”, me regaño. Golpeo mi almohada y trato de dormir.



           El Heathman está situado en el corazón del centro de Okinawa. Aoi, Kanon y yo estamos viajando en el escarabajo de Shiroyama y Reita está en su CLK, ya que no
caben todos el coche. Konon es el amigo de Aoi y su ayudante, está aquí para
ayudar con la iluminación. Suzuki ha logrado conseguir que nos permitan usar una
habitación en el Heathman sin costo alguno por la mañana a cambio de un crédito en
el artículo. Cuando él explica en la recepción que estamos aquí para fotografiar al
Gerente General Satoru Okabe , instantáneamente nos suben a una suite. Una de
tamaño regular, sin embargo, ya que al parecer el Sr. Okabe está ocupando la más
grande del edificio.

           Un ejecutivo de marketing nos muestra la suite... es terriblemente joven y está muy
nervioso por alguna razón. Sospecho que es la belleza de Reita y su forma autoritaria lo
que lo desarma, porque él es como plastilina en sus manos. Las habitaciones son
elegantes, discretas y decoradas con opulencia.

             Son las nueve. Tenemos una media hora para arreglarlo todo. Suzuki está en pleno
movimiento.

—Aoi, creo que vamos a hacer la toma contra la pared, ¿estás de acuerdo? —No
espera por su respuesta—. Kanon, limpia las sillas. Uruha, ¿podrías pedirle al ama de
llaves que traiga algunos refrescadores de ambiente? Y Avísale a Gackt dónde estamos.

       “Sí, señor”. Él es muy dominante. Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me dice.
Media hora más tarde, Satoru Okabe entra en nuestra suite.
        “¡Santa Mierda!” Lleva una camisa blanca, con el cuello abierto y pantalones de franela
gris que cuelgan de sus caderas. Su pelo rebelde aún está húmedo por la ducha. Mi
boca se seca mirándolo... es tan malditamente caliente. Gackt es seguido dentro de la
suite por un hombre de treinta y tantos años, con pelo corto ondulado/risado, vestido con un traje oscuro y corbata, que se queda en silencio en un rincón. Sus ojos color avellana nos
observan impasibles.

—Señorito Kouyou, nos encontramos de nuevo. —Gackt extiende su mano y la estrecho,
parpadeando rápidamente. Oh mi... él es en realidad, bastante... wow. Mientras sujeto
su mano, percibo esa deliciosa corriente que atraviesa e ilumina mi cuerpo, me hace
sonrojar y estoy seguro de que mi respiración errática debe ser audible.
—Señor Okabe, le presento a Akira Suzuki —murmuro, agitando una mano
hacia Reita, que se adelanta, mirándolo a los ojos.
—El tenaz Señorito Suzuki. ¿Cómo está? —Le da una pequeña sonrisa, luciendo
genuinamente divertido—. ¿Confío en que se sienta mejor? Takashima dijo que estaba
enfermo la semana pasada.
—Estoy bien, gracias, Sr. Okabe. —Le da la mano con firmeza y sin pestañear. Me
recuerdo a mí mismo que Reita ha estado en las mejores escuelas privadas de
Tokio. Su familia tiene dinero y ha crecido con confianza y seguro de su lugar en
el mundo. No asume ningún tipo de basura. Estoy asustado de él—. Gracias por
tomarse el tiempo para hacer esto. —Le da una sonrisa amable y profesional.
—Es un placer —responde, volviendo su mirada hacia mí, haciéndome sonrojar otra
vez. Diablos.
—Este es Shiroyama Yuu, nuestro fotógrafo —le digo, sonriéndole a Aoi quien me
devuelve una sonrisa afectuosa. Sus ojos son fríos cuando mira a Gackt.
—Señor Okabe. —Asiente con la cabeza.
—Señor Shiroyama. —La expresión de Gackt cambia mucho mientras evalúa a Aoi.—¿Dónde me prefiere? —pregunta Gackt.

                Su tono suena vagamente amenazante. Pero Akira no está dispuesto a dejar que Yuu haga un espectáculo.

—Señor Okabe, ¿podría sentarse aquí por favor? Tenga cuidado con los cables de la
iluminación. Y luego tomaremos también algunas de pie. —Lo dirige a una silla
colocada contra la pared.

                 Kanon enciende las luces, encegueciendo momentáneamente a Gackt y murmura una
disculpa. A continuación, Kanon y yo damos un paso atrás y vemos cómo Yuu dispara
su cámara. Toma varias fotografías, pidiéndole a Gackt que se mueva de esta manera,
luego de esta otra, que mueva su brazo, que lo baje de nuevo. Pasando al trípode, Aoi
toma varias más, mientras que Okabe se sienta y posa, paciente y naturalmente, durante
unos veinte minutos. Mi deseo se ha hecho realidad: Puedo estar de pie y admirar a
Gackt de cerca. Dos veces nuestros ojos se encuentran y tengo que alejarme de su
mirada turbia.

—Suficientes sentado —dice Reita de nuevo—. ¿De pie, Sr. Okabe? —pregunta.
—Creo que tenemos suficientes —anuncia Aoi, cinco minutos más tarde.

                 Él se pone de pie y Kanon se escabulle para quitar la silla. El disparador en la Nikon de
Yuu comienza a hacer clic de nuevo.



—Grandioso —dice Reita—. Gracias de nuevo, Sr. Okabe. —Le da la mano, al igual
que Aoi.
—Estoy ansioso por leer el artículo, señorito Suzuki—murmura Gackt y se vuelve
hacia mí, de pie junto a la puerta—. ¿Podría caminar conmigo, señorito Kouyou? —
pregunta.
—Claro —digo, totalmente desconcertado. Miro ansiosamente a Reita, quien se encoge
de hombros. Me doy cuenta de que Aoi tiene el ceño fruncido detrás de él.
—Buen día para todos —dice Gackt mientras abre la puerta, parándose a un lado para
que yo pueda ir primero.

               “Infierno Santo... ¿qué es esto? ¿Qué quiere?” Me detengo en el pasillo del hotel,
moviéndome nerviosamente mientras Gackt sale de la habitación, seguido por el Sr.
pelirisado en su traje impecable.

—Yo te llamo, Takumi —murmura a pelirisado. Takumi camina por el pasillo y
Gackt vuelve sus ardientes ojos grises hacia mí. “Mierda... ¿hice algo malo?”—. Me
preguntaba si te gustaría acompañarme a tomar café esta mañana.

                Mi corazón salta de golpe hasta mi boca. ¿Una cita? “Satoru Okabe me está pidiendo una
cita”. Pregunta si deseo tomar un café. “Tal vez piensa que no te has despertado todavía”, mi
subconsciente gime en un modo burlón otra vez. Me aclaro la garganta tratando de
controlar mis nervios.

—Debo llevar a todos a casa —murmuro en tono de disculpa, retorciendo mis manos y
dedos frente a mí.
—¡Takumi! —llama, haciéndome saltar. Takumi, que se había retirado por el pasillo, se
da la vuelta y se dirige de nuevo hacia nosotros—. ¿Regresan a la universidad? —
pregunta Okabe, su voz suave e inquietante. Asiento con la cabeza, demasiado aturdido
como para hablar—. Takumi puede llevarlos. Es mi chofer. Tenemos un amplio 4x4
aquí, así que podrá también con el equipo.
—¿Señor Okabe? —pregunta Takumi cuando llega hasta nosotros, dejando algo de
distancia.
—Por favor, ¿puedes llevar al fotógrafo, su ayudante y a la señorito Suzuki de
vuelta a casa?
—Por supuesto, señor —responde Takumi.

Frunzo el ceño ante él.

—Ahí lo tienes. Ahora, ¿puedes acompañarme a tomar un café? —Gackt sonríe como si
fuera un hecho.
—Um, Sr. Okabe, eh... esto realmente... mire, Takumi no tiene que llevarlos a casa. —Le
doy una breve mirada a Takumi, quien se mantiene estoicamente impasible—. Puedo
cambiar de vehículo con Reita, si me da un momento.

                 Gackt muestra una deslumbrante, descontrolada, natural y gloriosa sonrisa mostrando
los dientes. Oh mi... y abre la puerta de la suite para que pueda volver a entrar. Me
deslizo alrededor de él para entrar en la habitación, encontrando a Suzuki
sumergido en una discusión con Shiroyama.

—Uru, creo que definitivamente le gustas —dice sin preámbulos. Aoi me mira con
desaprobación—. Pero no confío en él —añade. Levanto mi mano hacia arriba con la
esperanza de que deje de hablar. Por algún milagro, lo hace.
—Reita, si tomas el Beetle, ¿puedo quedarme con tu auto? 
—¿Por qué?
—Satoru Okabe  me ha pedido que vaya a tomar un café con él.

               Su boca se abre. ¡Reita sin palabras! Saboreo el momento. Me toma por el brazo y me
arrastra hacia el dormitorio fuera de la sala de estar de la suite.

—Shima, hay algo en él. —Su tono de voz está lleno de advertencia—. Es hermoso,
estoy de acuerdo, pero creo que es peligroso. Especialmente para alguien como tú.
—¿Qué quieres decir con alguien como yo? —demando ofendido.
—Alguien inocente como tú, Shima. Sabes a qué me refiero —dice un poco irritado. Me
sonrojo.
—Reita, es sólo café. Empiezo mis exámenes esta semana y tengo que estudiar, así que
no estaré mucho tiempo.

              Frunce los labios, como si considerara mi argumento. Finalmente toma las llaves de su
auto de su bolsillo y las coloca en mi mano. Le entrego las mías.

—Te veré más tarde. No te quedes mucho o voy a enviar un equipo de búsqueda y
rescate.
—Gracias. —Lo abrazo.
—Está bien, vayamos por el café —murmuro, poniéndome color remolacha.

                Salgo de la habitación para encontrar a Satoru Okabe esperando, apoyado contra la
pared, viéndose como un modelo masculino en una pose para alguna brillante revista
de alta calidad.

—Después de usted, señorito Kouyou. —Se endereza, extendiendo su mano para que
pase primero. Hago mi camino por el pasillo, con mis rodillas inestables, mi estómago
lleno de mariposas y mi corazón latiendo en mi boca con un dramático ritmo desigual.

“Voy a tomar un café con Satoru Okabe... y odio el café.”

              Caminamos juntos por el pasillo del hotel hasta los ascensores. “¿Qué debo decirle?” Mi
mente está paralizada repentinamente con aprensión. ¿De qué vamos a hablar? ¿Qué
diablos tengo en común con él? Su voz suave y cálida me saca de mi ensueño.

—¿Cuánto tiempo hace que conoce a Akira Suzuki?-Ah, una pregunta fácil para empezar.
—Desde nuestro primer año. Es un buen amigo.
—Hmm —responde, sin compromiso. ¿Qué está pensando?

                 En los ascensores, presiona el botón de llamada y suena el timbre casi de inmediato.
Las puertas deslizables se abren revelando a una joven pareja en un abrazo
apasionado. Sorprendidos y avergonzados, se separan de un salto, mirando con aire de
culpabilidad hacia todos lados excepto a nosotros. Gackt y yo subimos al ascensor.
Luchando por mantener un rostro serio, miro hacia el suelo, sintiendo mis mejillas
volverse rosadas. Cuando fisgoneo a través de mis pestañas hacia Satoru, observo un
atisbo de sonrisa en sus labios, pero es muy difícil de decir. La joven pareja no dice
nada y viajamos hacia el primer piso en un silencio embarazoso. Ni siquiera tenemos
un pretencioso hilo musical que nos distraiga.

               Las puertas se abren y, para mi sorpresa, Gackt toma mi mano, apretándola con sus
largos y fríos dedos. Siento la corriente a través de mí y el latido de mi corazón se
acelera. A medida que me ayuda a salir del ascensor, escuchamos la erupción de
carcajadas reprimidas de la pareja detrás de nosotros. Gackt sonríe.

—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura.

               Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel hacia la entrada, pero Satoru evita la
puerta giratoria y me pregunto si se debe a que tendría que soltar mi mano.
Afuera, es un templado domingo de mayo. El sol brilla y el tráfico es ligero. Gackt gira
a la izquierda y camina hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar a que cambie
la luz del semáforo para peatones. Todavía está sosteniendo mi mano. “Estoy en la calle y
Satoru Okabe está tomando mi mano.” Nadie ha tomado mi mano. Me siento mareado y
con un hormigueo en todo el cuerpo. Intento sofocar la mueca ridícula que amenaza
con dividir mi rostro en dos. “Trata de ser genial, Uru, mi subconsciente me implora.
Entonces, el hombrecito verde se enciende y comenzamos a caminar otra vez.
Caminamos cuatro cuadras antes de llegar al Café de Portland House, en donde Gackt me
suelta para mantener la puerta abierta para que pueda entrar.

—¿Por qué no eliges una mesa mientras voy a buscar las bebidas? ¿Qué le gustaría? —
pregunta, amable como siempre.
—Voy a tomar... um, un té English Breakfast, con la bolsa afuera.- Levanta las cejas.
—¿No café?
—No estoy interesado en el café.

Sonríe.

—Está bien, bolsa de té. ¿Azúcar?

                Por un momento, estoy sorprendido, pensando que es una palabra de cariño, pero
afortunadamente, mi subconsciente se activa con los labios fruncidos. “No, estúpido.¿Tomas azúcar?”

—No, gracias. —Miro hacia abajo a mis dedos cruzados. 
—¿Algo para comer?
—No, gracias. —Niego con la cabeza y se dirige al mostrador.

                   Lo miro disimuladamente desde debajo de mis pestañas mientras se encuentra en la
línea de espera para ser atendido. Podría mirarlo todo el día... es alto, de hombros
anchos, delgados y la forma en que los pantalones cuelgan de su cadera... ¡Oh Dios!
Pasa una o dos veces sus dedos largos y elegantes por su cabello seco, pero todavía
desordenado. “Hmm... Me gustaría hacer eso”. El pensamiento viene espontáneamente a mi
mente y mi rostro quema. Me muerdo el labio y miro abajo hacia mis manos otra vez,
sin gustarme el curso de mis pensamientos rebeldes.

—¿Un yen por tus pensamientos? —Gackt está de vuelta, sorprendiéndome.

                   Me pongo color carmesí. “Sólo estaba pensando acerca de cómo pasaría mis dedos por tu
cabello y me preguntaba si se sentiría suave al tacto”. Niego con la cabeza. Está cargando una
bandeja, la cual coloca en la pequeña y redonda mesa de abedul. Me da una taza y un
plato, un vaso de agua pequeño y una bandeja que lleva una solitaria bolsita de té
etiquetada como Twinings English Breakfast... mi favorito. Él tiene un café que lleva una
maravillosa imagen de hoja impresa en la leche.” ¿Cómo lo hacen?” Me pregunto sin decir
nada. También se compró un muffin de arándanos. Pone la bandeja a un lado, se
sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Se le ve tan cómodo, tan a gusto con su
cuerpo, lo envidio. Aquí estoy yo, todo torpe y descoordinado, apenas capaz de ir de A
a B sin caer de bruces.

—¿Tus pensamientos? —pregunta.
—Éste es mi té favorito. —Mi voz es baja, entrecortada. Simplemente no puedo creer
que esté sentado frente a Satoru Okabe en una cafetería de Okinawa. Frunce el ceño.

              Sabe que estoy ocultando algo. Hago estallar la bolsita de té en la tetera y casi de
inmediato la tomo de nuevo con mi cucharilla. Mientras pongo de nuevo la bolsita de
té usada en la bandeja, él ladea la cabeza, mirándome con curiosidad.

—Me gusta el té negro y poco cargado —murmuro en tono de explicación. 
—Ya veo. ¿Es tu novio?

“Whoa... ¿Qué?”

—¿Quién?
—El fotógrafo. Shiroyama Yuu.

Me río, nervioso pero curioso. ¿Qué le daría esa impresión?

—No. Yuu es un buen amigo mío, eso es todo. ¿Por qué pensaste que era mi novio?
—La forma en que le sonreíste y él a ti. —Sus ojos grises sostienen mi mirada. Es tan
desconcertante. Quiero mirar hacia otro lado, pero estoy atrapado... hechizado.
—Es más como familia —susurro.

              Gackt asiente con la cabeza ligeramente, al parecer satisfecho con mi respuesta y mira
hacia su muffin de arándanos. Sus largos dedos retiran con habilidad el papel mientras
lo miro fascinado.

—¿Quieres un poco? —me pregunta y esa sonrisa secreta y divertida está de regreso.
—No, gracias. —Frunzo el ceño y miro hacia mis manos de nuevo.
—Y el chico que conocí ayer en la tienda. ¿Es tu novio?
—No. Ogatta es sólo un amigo. Te lo dije ayer. —Oh, esto se está poniendo tonto—.
¿Por qué me lo preguntas?
—Pareces nervioso alrededor de los hombres.

Mierda, eso es personal. “Sólo estoy nervioso a tu alrededor, Gackt”.

—Te encuentro intimidante. —Me sonrojo hasta llegar a escarlata, pero mentalmente
me doy palmaditas en la espalda por mi franqueza y vuelvo la mirada a mis manos
otra vez. Puedo escucharlo inhalar fuertemente.
—Deberías encontrarme intimidante. —Asiente con la cabeza—. Eres muy honesto.
Por favor, no bajes la mirada. Me gusta ver tu rostro. —Oh. Pongo la mirada en él y
me da una sonrisa alentadora, pero irónica—. Me da una especie de idea de lo que
podrías estar pensando. —Respira—. Eres un misterio, señorito Kouyou.

¿Misterioso? ¿Yo?

—No hay nada misterioso en mí.
—Creo que eres muy reservado —murmura.

         "¿Lo soy? Wow... ¿Cómo voy a manejar eso?" Esto es desconcertante. ¿Yo, reservado? De
ninguna manera.

—Excepto cuando te ruborizas, por supuesto, lo que sucede a menudo. Sólo desearía
saber el por qué de tu rubor. —Lanza un pequeño trozo de muffin a su boca y
comienza a masticarlo lentamente, sin despegar sus ojos de mí. Y por supuesto, como
si fuera el momento justo, me ruborizo. “¡Mierda!”
—¿Siempre haces ese tipo de observaciones personales?
—No me había dado cuenta que lo hacía. ¿Te he ofendido? —Sonaba sorprendido. 
—No —contesto sinceramente.
—Bueno.
—Pero eres muy prepotente —contraataco tranquilamente.

Levanta sus cejas y, si no me equivoco, su cara se enrojece ligeramente también.

—Estoy acostumbrado a hacer las cosas a mi manera, Takashima —murmura—. En
todas las cosas.
—No lo dudo. ¿Por qué no me pediste que te llamara por tu nombre? —Estoy
sorprendido por mi atrevimiento. ¿Por qué esta conversación se ha puesto tan seria?

No va de la manera que en que pensé que iba a ir. No puedo creer que esté sintiendo
tanta antipatía hacia él. Es como si estuviera intentando ahuyentarlo.

—Las únicas personas que usan mi nombre son mi familia y unos pocos amigos
íntimos. Es así como quiero que sea.

             Oh. Él todavía no me ha dicho, “llámame Satoru”. Es un fanático del control, no hay
ninguna otra explicación y una parte de mí está pensando que quizás habría sido mejor
que Reita lo hubiera entrevistado. Dos fanáticos del control juntos. Un añadido es que
él es casi rubio —bueno, rubio oxigenado—, como todas las mujeres en su oficina. “Y
es hermoso”, me recuerda mi subconsciente. No me gusta la idea de Satoru y Akira
juntos. Tomo un sorbo de mi té y Gackt come otro pequeño trozo de su muffin.

—¿Eres hijo único? —pregunta.

“Oh... cambio de tema.”

—No, tengo dos hermanas.
—Háblame sobre tus padres.

¿Por qué quiere saber esto? Esto es tan aburrido.

—Mi madre vive en América con su nuevo marido, Bob. Mi padrastro vive en
Montesano.
—¿Y tu padre?
—Mi padre murió cuando yo era un bebé.
—Lo siento —murmura y una fugaz mirada triste cruza su rostro.
—No lo recuerdo.
—¿Y tu madre volvió a casarse?

Resoplo.

—Se podría decir eso.

Frunce el entrecejo.

—No me das mucha información, ¿verdad? —dice secamente, frotando su barbilla
como si pensara profundamente.
—Tú tampoco.
—Tú me has interrogado ya una vez y yo trato de hacer algunas preguntas. —Me
sonríe.

¡Mierda!” Él está recordando la pregunta "homosexual". Una vez más, me mortifico.
Durante los próximos años, lo sé, necesitaré terapia intensiva para no sentirme
avergonzado cada vez que recuerde ese momento. Empiezo a balbucear sobre mi
madre... cualquier cosa para bloquear ese recuerdo.

—Mi madre es maravillosa. Es una romántica incurable. Actualmente va por su cuarto
marido.

Levanta sus cejas sorprendido.

—La echo de menos —continúo—. Ella tiene ahora a Bob. Y sólo espero que él pueda
estar pendiente de ella y recoger sus pedacitos cuando sus planes no vayan como
estaba previsto. —Sonrío con cariño. No he visto a mi madre desde hace mucho
tiempo.

Satoru está mirándome fijamente, tomando sorbos de su café de vez en cuando.
Realmente no debería mirar su boca. Esos labios... son inquietantes.

—¿Te llevas bien con tu padrastro?
—Por supuesto. Crecí con él. Es el único padre que conozco.
—¿Y cómo es él?
—¿Ray? Es... reservado.
—¿Eso es todo? —pregunta Gackt, sorprendido.

Me encojo de hombros. ¿Qué espera este hombre? ¿La historia de mi vida? 

—Reservado como su hijastro —sugiere Gackt.

Me abstengo de poner mis ojos en blanco hacia él.

—Le gusta el fútbol, el fútbol europeo sobre todo, los bolos, pescar y hacer muebles. Es
carpintero. Ex carpintero —suspiro.
—¿Viviste con él?
—Sí. Mi madre encontró a su tercer marido cuando yo tenía quince años. Y me quedé
con Ray.

Frunce el entrecejo como si no entendiera.

—¿No quisiste ir a vivir con tu madre? —pregunta.

Me ruborizo. “Esto realmente no es de su incumbencia”.

—Su tercer marido vivía en Texas. Mi casa estaba en Montesano. Y... ya sabes, mi
mamá estaba recién casada. —Me detengo.

Mamá nunca habla sobre su tercer marido. ¿Hacia dónde quiere ir Gackt con esto? Esto
no es de su incumbencia. “Los dos podemos jugar a este juego.”

—Háblame sobre tus padres —pregunto.

Él se encoge de hombros.

—Mi padre es abogado, mi madre es pediatra. Ellos viven en Tokio.

¡Ah...! él pertenece a una familia acomodada. Y me pregunto por la próspera pareja
que adopta a tres niños, uno de ellos se convierte en un atractivo hombre que asume el
control empresarial y lo conquista sin la ayuda de nadie. ¿Qué lo llevó a ser así? Sus
padres deben de estar orgullosos.

—¿Qué hacen tus hermanos?
Jhon trabaja en construcción y mi hermana pequeña está en París, estudiando
cocina bajo la supervisión de algún famoso chef francés.

Sus ojos se nublan con irritación. No quiere hablar de su familia o de sí mismo.

—He oído que París es encantador —murmuro. ¿Por qué no quiere hablar sobre su
familia? ¿Porque es adoptado?
—Es bonito. ¿Has estado ahí? —pregunta, su irritación desaparece.
—Nunca he salido de Japón —Así que ahora regresamos a las trivialidades. ¿Qué está escondiendo?
—¿Te gustaría ir?
—¿A París? —rechino. Esto me desconcierta, ¿Quién no querría ir a París?—. Claro —
admito—. Pero es Inglaterra lo que realmente me gustaría visitar.

Inclina su cabeza a un lado, recorriendo con su dedo índice su labio inferior... ¡Oh,
Dios!

—¿Por qué?

Parpadeo rápidamente. “Concéntrate, Uruha”.

—Está la casa de Shakespeare, Austen, las hermanas Brontë, Thomas Hardy. Me
gustaría ver los lugares que inspiraron a esas personas para escribir eso maravillosos
libros.

Toda esta charla sobre los clásicos literarios me recuerda que debería estar estudiando.
Echo una ojeada a mi reloj.

—Será mejor que me vaya. Tengo que estudiar. 
—¿Para tus exámenes?
—Sí. Comienzan el martes.
—¿Dónde está el automóvil de Suzuki? 
—En el estacionamiento del hotel.
—Te acompaño.
—Gracias por el té, señor Okabe.

Sonríe divertido y percibo una enorme sonrisa secreta.

—Eres bienvenido, Takashima. Es un placer. Ven —ordena y me tiende su mano. La tomo, aturdido y lo sigo fuera de la cafetería.
—¿Siempre llevas baqueros? —pregunta inesperadamente. 
—Normalmente.

Paseamos de vuelta al hotel y me gustaría decir que el silencio es afable. Él parece
tranquilo al menos, seguro de sí mismo. En cuanto a mí, estoy intentando evaluar
desesperadamente cómo ha ido nuestro café de la mañana. Me siento como si me
hubiera entrevistado para un empleo, pero no estoy seguro de que sea eso.
Asiente con la cabeza. Estamos de regreso en la intersección, frente al hotel. Mi mente
está dando vueltas. “Qué pregunta tan extraña...”  Y soy consciente de que nuestro tiempo
juntos es limitado. Eso es todo. Es así y lo he echado a perder por completo, lo sé.
Quizás él tiene a alguien.

—¿Tienes novia? —digo bruscamente. ¡Santo cielo! “¿Acabo de decir eso en voz alta?”

Sus labios se curvan en una peculiar medio sonrisa y mira hacia abajo, hacia mí.

—No, Takashima. No tengo novia —dice suavemente.
¡Oh...! ¿Qué significa? ¿No es heterosexual? Oh, quizás es... ¡mierda! Debe de haberme
mentido en su entrevista. Y por un momento, creo que va a continuar con alguna
explicación, alguna pista sobre esta críptica declaración, pero no lo hace. Tengo que
irme. Tengo que intentar reordenar mis pensamientos. Tengo que alejarme de él.
Camino hacia adelante y tropiezo, saliendo precipitadamente hacia el camino.

—¡Mierda, Shima! —grita Gackt. Me toma de la mano y lo hace con tanta fuerza que
caigo contra él, justo cuando un ciclista pasa a toda velocidad yendo en la dirección
incorrecta por la calle de sentido único y casi me atropella.

Todo pasa tan rápido, en un minuto estoy cayendo, al próximo estoy en sus brazos y él
me está sosteniendo fuertemente contra su pecho. Inhalo su aroma limpio y vital. Él
huele a ropa de lino recién lavada y a algún caro gel de baño. “¡Oh Dios, es embriagador!”
Inhalo profundamente.

—¿Estás bien? —susurra. Tiene un brazo a mí alrededor, estrechándome contra él,
mientras los dedos de su otra mano trazan suavemente mi rostro, sondeando
suavemente, examinándome. Su pulgar roza mi labio inferior y escucho cómo contiene
la respiración. Está mirándome fijamente a los ojos y sostengo su mirada ansioso,
ardiente durante un momento o quizás sea por siempre... pero finalmente, su hermosa
boca atrae mi atención. “¡Oh Dios!”  Y por primera vez en veintiún años, quiero ser
besado. Quiero sentir su boca contra la mía.



Tonos de Gris - Capítulo 2

Capítulo 2  - Gackt en Okinawa, ¿Te imaginas?

          Mi corazón está latiendo con fuerza. El ascensor llega al primer piso y me apresuro a salir tan pronto como las puertas se abren, tropezando una vez, pero afortunadamente sin caerme en el inmaculado suelo de piedra arenisca. Corro por las anchas puertas de vidrio y estoy libre en el fresco, limpio y húmedo aire de Tokio. Levantando mi rostro, doy la bienvenida a la refrescante lluvia. Cierro mis ojos, tomo una profunda y purificante respiración tratando de recuperar lo que queda de mi equilibrio.
         Ningún hombre ni mujer me ha afectado de la manera en que Satoru Okabe lo ha hecho y no puedo entender por qué. ¿Es su aspecto? ¿Su educación? ¿Riqueza? ¿Poder? No entiendo mi reacción irracional. Exhalo un gran suspiro de alivio. ¿Qué, en nombre de los cielos, fue todo eso? Apoyado en uno de los pilares de acero del edificio, intento valientemente calmarme y ordenar mis pensamientos. Sacudo mi cabeza. 
         Mi corazón se estabiliza a su ritmo regular y puedo respirar normalmente de nuevo. Me dirijo a mi moto.
          Mientras dejo los límites de la ciudad atrás, me empiezo a sentir estúpido y avergonzado al reproducir la entrevista en mi mente. Sin duda estoy reaccionando exageradamente a algo que es imaginario. Bien, así que es muy atractivo, seguro, dominante, a gusto consigo mismo... pero por otro lado, es arrogante y debido a sus modales impecables, es autocrático y frío. Bueno, en la superficie. Un escalofrío involuntario corre por mi columna. Puede ser arrogante, pero tiene derecho a serlo: ha logrado tanto siendo tan joven. No soporta a los tontos, pero ¿por qué habría de hacerlo? De nuevo, me irrita que Akira no me diera una breve biografía.
         Mientras me desplazo por la autopista mi mente continúa vagando.No entiendo como ha llegado tan alto... las respuestas que me dio,... era como si las tuviese escritas y se las supiera de memoria... Y las preguntas de Reita ¡ugh! ¿¡La adopción y preguntarle si era gay!?- Me estremezco.- No me lo puedo creer

- ¡Tierra, trágame ahora! Cada vez que piense en esa pregunta en el futuro,temblaré de vergüenza. ¡Maldito seas Akira Suzuki!

        Compruebo el velocímetro. Estoy conduciendo con más cautela de lo que lo haría en cualquier otra ocasión. Y sé que es el recuerdo de dos penetrantes ojos grises mirándome, y una voz severa diciéndome que conduzca con cuidado. Sacudiendo la cabeza, me doy cuenta de que Gackt es más como un hombre del doble de su edad.

-Olvídalo Uru- me regaño- Ha sido una experiencia agradable. Olvídalo. Nunca tengo que volver a verlo.-Inmediatamente estoy animado por la idea. Enciendo el reproductor de MP3 y subo el volumen, me reclino sobre la moto y escucho el golpeteo de la música indie-rock mientras presiono el acelerador. 
Al entrar en la autopista, me doy cuenta de que puedo conducir tan rápido como yo quiera.

         Vivimos en una pequeña comunidad de dúplexs en Okinawa, cerca del campus. Tengo suerte: los padres de Akira compraron el lugar para él y pago una miseria de alquiler, ha sido mi hogar por cuatro años. A medida que me detengo, sé que Reita querrá una historia muy detallada. Bueno, al menos tiene la mini grabadora. Por suerte no tendré que explicar mucho más de lo que se dijo durante la entrevista.

—¡Shima! Estás de vuelta. —Reita se encuentra en nuestra sala de estar, rodeado de libros. Claramente ha estudiado para los exámenes finales, a pesar de que todavía está en su pijama negro con “gatitos” como el les dice a esos tigres, ese que reserva para después de romper con sus novias, para variadas enfermedades y para estados depresivos en general. Avanza hacia mí y me abraza con fuerza—. Estaba empezando a preocuparme. Esperaba que regresaras más temprano.
—Ah, creí que no tarde demasiado, teniendo en cuenta que la entrevista se prolongó. —Muevo la mini grabadora hacia a él.
—Shima, muchas gracias por hacer esto. Estoy en deuda, lo sé. ¿Cómo fue? ¿Cómo era él? —Oh, no... aquí vamos, el Interrogatorio Akira Suzuki.

Me esfuerzo por responder a su pregunta. ¿Qué puedo decir?

—Me alegro de que haya terminado y que no tengo que volver a verlo. Fue bastante intimidante, sabes. —Me encojo de hombros—. Es muy centrado, incluso intenso y joven. Muy joven.

Reita me mira inocentemente. Le frunzo el ceño.

—No parezcas tan inocente. ¿Por qué no me diste una biografía? Me hizo sentir como un idiota por limitarme a la investigación básica. —Akira  me tapa la boca con sus manos.
—Caray, Uruha, lo siento... no pensé.- Resopló frustrado.
—En su mayoría fue cortés y formal, un poco estirado, como si fuera mucho mayor. No habla como si tuviera veintitantos años. ¿Cuántos años tiene de todos modos?
—Veintisiete. Por Dios, Shima, lo siento. Debería haberte informado, pero tenía tanto pánico. Entrégame la mini grabadora y empezaré a transcribir la entrevista.
—Te ves mejor. ¿Has tomado tu sopa? —pregunto, dispuesto a cambiar de tema.
—Sí y estaba deliciosa, como siempre. Me siento mucho mejor. —Me sonríe con gratitud. Miro mi reloj.
—Tengo que correr. Todavía puedo hacer mi turno.
—Shima, estarás agotado.- me miró preocupado.
—Estaré bien. Te veré más tarde.

              He trabajado en la tienda desde que empecé en la universidad. Me alegro de poder hacer mi turno, ya que me da algo en que concentrarme que no sea Satoru Okabe. Estamos ocupados: es el inicio de la temporada de verano, y la gente está redecorando sus hogares. La Sra. Lia está encantada de verme.

—¡Takashima! Pensé que no ibas a venir hoy.
—Mi cita no duró tanto como pensaba. Puedo hacer un par de horas.
—Estoy realmente contenta de verte.

      Después del cortes saludo, voy a trabajar en el almacén, para reordenar estantes y pronto estoy absorto en la tarea.
       Para cuando llego a casa, Reita está usando los auriculares y trabajando en su portátil. Su nariz aún está rosada, pero está concentrado y escribiendo frenéticamente. Estoy completamente agotado. Me desplomo en el sofá, pensando en el ensayo que tengo que terminar y todo el estudio que no he hecho hoy porque estaba retrasado con... él.

—Tienes algunas cosas buenas aquí, Shima. Bien hecho. No puedo creer que no aceptaras su oferta de mostrarte los alrededores. Obviamente quería pasar más tiempo contigo. —Me da una fugaz mirada burlona.

          Me sonrojo y mi ritmo cardíaco aumenta inexplicablemente. Esa no era la razón, ¿verdad? Él sólo quería mostrarme los alrededores para que yo pudiera ver que era el señor de todo lo que veía. Me doy cuenta que me estoy mordiendo el labio...  espero que Suzuki no se dé cuenta. Parece absorto en su transcripción.

—He oído lo que quieres decir con eso de formal. ¿Tomaste notas? —pregunta.
—Um... no, no lo hice.
—Eso está bien. Todavía puedo hacer un buen artículo con esto. Es una pena que no tengamos algunas fotografías originales. Atractivo hijo de puta, ¿no?

Me ruborizo.

—Supongo que sí. —Trato de sonar desinteresado y creo que lo logro.
—Oh, vamos Shima, ni siquiera tú puedes ser inmune a su apariencia. —Arquea una ceja perfecta en mi dirección.

¡Mierda! Lo distraigo con halagos, siempre es una buena táctica.

—Probablemente habrías conseguido mucho más de él.
—Lo dudo. Vamos, prácticamente te ofreció un trabajo. Teniendo en cuenta que te he endosado esto a último minuto, lo hiciste muy bien. —Levanta la vista hacia mí especulativamente. Hago una retirada precipitada a la cocina.
—¿Y qué pensaste realmente de él? —Maldita sea, es curioso. ¿Por qué no puede simplemente dejar pasar esto? Piensa en algo, rápido.
—Él es controlador, arrogante... realmente aterrador, pero muy carismático. Puedo entender la fascinación —agrego sinceramente, mientras lo miro desde la puerta, esperando que esto lo calle de una vez por todas.
—¿Tú, fascinado por alguien? Esta es la primera vez —resopla.

Empiezo a reunir los ingredientes para un sándwich para que no pueda ver mi rostro.

—¿Por qué querías saber si era gay? Dicho sea de paso, esa fue la pregunta más vergonzosa. Estaba mortificado y él también estaba enojado de que se la hiciera. — Fruncí el ceño ante el recuerdo.
—Siempre que está en las páginas de sociedad nunca tiene una cita.
—Fue vergonzoso. Todo el asunto fue vergonzoso. Me alegro de que nunca tendré que posar los ojos en él.
—Oh, Uruha, no puede haber sido tan malo. Creo que suena un poco como si le gustases.
¿Que Yo le gusto? Ahora sí que Reita está siendo ridículo. 
—¿Quieres un sándwich?
—Por favor.

    No hablamos más de Satoru Okabe esa noche, para mi alivio.





             El resto de la semana, me sumergí en mis estudios y mi trabajo en la tienda . Reita también está ocupado, recopilando la última edición de su revista de estudiantes antes de tener que relegarla al nuevo editor mientras que también tiene que prepararse para sus finales. Para el miércoles está mucho mejor y ya no tengo que soportar la visión de su pijama negro con demasiados gatos. Llamo a mi madre en ver cómo está, pero también para que pueda desearme suerte en mis exámenes finales, y tengo que aguantar los gritos y “consejos” de mis hermanas. 

          Viernes por la noche,Reita y yo estamos debatiendo qué hacer con nuestra noche: queremos algo de tiempo fuera de nuestros estudios, de nuestro trabajo y del periódico de alumnos... cuando suena el timbre. De pie delante de nuestra puerta está mi buen amigo Aoi con una botella de champán.

—¡Yuu! ¡Me alegro de verte! —Le doy un abrazo rápido—. Adelante.

         Aoi es la primera persona que conocí cuando llegué a la facultad, luciendo igual de perdido y solo que yo, pese a que iba a un curso mas. Reconocimos un espíritu afín en cada uno de nosotros ese día y hemos sido amigos desde entonces. No sólo compartimos un sentido del humor, y el gusto por las guitarras, sino que también descubrimos que tanto mi padrastro como su Padre estaban en la misma unidad del ejército juntos. Como resultado, nuestros padres se han convertido en grandes amigos también.

         Aoi está estudiando ingeniería y es el primero de su familia que logra ir a la universidad. Es muy brillante, pero su verdadera pasión es la fotografía

—Tengo noticias. —Él sonríe, sus ojos oscuros pestañean.
—No me digas: has logrado no ser expulsado por una semana más —me burlo y él me frunce el ceño bromeando.
—La Galería de Tokio va a exponer mis fotos el mes que viene.
—Eso es increíble. ¡Felicitaciones! —Lo abrazo de nuevo. Reita también le sonríe.
—¡Así se hace Shiroyama! Debería poner esto en el periódico. Nada como cambios editoriales de último momento en un viernes en la noche. —Sonríe.
—Vamos a celebrar. Quiero que vengas a la apertura. —Aoi me mira atentamente. Me sonrojo—. Ambos, por supuesto —añade, mirando nerviosamente a Reita.

          Yuu y yo somos buenos amigos, pero sé que en el fondo, le gustaría ser más. Es lindo y divertido, pero no es para mí. Es más como el hermano que nunca tuve. Suzuki a menudo se burla de mí, de que me falta el gen de necesitar una pareja, pero la verdad es que, simplemente no he conocido a nadie que... bueno, por quien me sienta atraído. A pesar de que parte de mí anhela esas rodillas temblorosas , el corazón en mi boca, mariposas en mi vientre, noches sin dormir.

        A veces me pregunto si hay algo mal en mí. Quizás he pasado demasiado tiempo en compañía de mis héroes literarios románticos y por lo tanto, mis ideales y expectativas son demasiado altos. Pero en la realidad, nadie nunca me ha hecho sentir así.
        “Hasta hace muy poco.” La desagradable y todavía pequeña voz de mi inconsciente me susurra.       “¡NO!” Destierro el pensamiento de inmediato. No voy a ir allí, no después de esa dolorosa entrevista. “¿Es gay Sr.Okabe?” Me estremezco ante el recuerdo. Sé que he soñado con él casi todas las noches desde entonces, pero eso es sólo para purgar la terrible experiencia de mi sistema, ¿verdad?
Veo a Aoi abrir la botella de champán. Es alto, en sus pantalones vaqueros y camiseta es todo hombros y músculos, piel bronceada, cabello oscuro y ardientes ojos oscuros. Sí, Shiroyama es bastante caliente, pero creo que por fin capta el mensaje: sólo somos amigos. El corcho hace un fuerte chasquido, Yuu mira hacia arriba y sonríe.

         El sábado en la tienda es una pesadilla. Estamos asediados por personas que quieren arreglar sus casas ellos mismos. Nos pasamos todo el día corriendo. Por suerte hay un momento de calma alrededor de la hora del almuerzo y la Sra. Lía me pide que compruebe algunos encargos, mientras estoy sentado detrás del mostrador de la caja comiendo discretamente. Entonces, por alguna razón, levanto la vista... y me encuentro atrapado en la atrevida mirada gris de Satoru Okabe, quien está de pie en el mostrador, mirándome fijamente.
Insuficiencia cardíaca.

—Señorito Kouyou. Qué sorpresa tan agradable. —Su mirada es firme e intensa.

       Mierda. ¿Qué diablos está haciendo él aquí, con su cabello prolijamente despeinado, ropa de exterior, con su sweater tejido color crema, jeans y botas de caminar? Creo que mi boca se ha abierto y no puedo localizar mi cerebro o mi voz.

—Sr. Gackt —susurro, porque eso es todo lo que puedo lograr. Hay un dejo de sonrisa en sus labios y sus ojos brillan con humor, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada.
- Es un placer verlo de nuevo, Srto.Kouyou .—Su voz es suave y profunda como el chocolate derretido con caramelo... o algo.

          Sacudo mi cabeza para reunir mis ideas. Mi corazón está latiendo frenéticamente y por alguna razón, me estoy sonrojando furiosamente bajo su persistente escrutinio. Estoy anonadado por la visión de él parado frente a mi. Mis recuerdos no le hacían justicia. No es simplemente atractivo, es el epítome de la belleza masculina, te quita la respiración y está aquí. Aquí en la tienda. Imagínate. Finalmente, mis funciones cognitivas son restauradas y reconectadas con el resto de mi cuerpo.

—Takashima. Mi nombre es Takashima —logro modular
—Estaba por la zona—dijo a modo de explicación—. Necesito reabastecer el stock de algunas cosas. 


         Él sonríe y de nuevo es como si fuera el dueño de algún gran secreto. Es tan desconcertante. Tomando una profunda respiración, pongo mi cara profesional de he- trabajado-en-esta-tienda-por-años. Puedo hacer esto.

—. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Okabe?
—Hay algunas cosas que necesito. Para empezar, me gustaría algunos organizadores
de cables —murmura, sus ojos grises tranquilos pero divertidos.

¿Organizadores de cables?

—Tenemos de varios largos. ¿Desea que le muestre? —digo, mi voz suave y profunda. 
—Por favor. Guíeme, Sr. Kouyou —dice. Trato de parecer despreocupado mientras salgo del mostrador, pero en realidad, estoy concentrándome duramente en no caerme con mis propios pies, mis piernas repentinamente tienen la consistencia de la gelatina. Estoy tan feliz de haber decidido usar mis mejores jeans esta mañana.
—Están con los insumos eléctricos, pasillo ocho. —Mi voz es un poco demasiado fuerte. Miro hacia él y me arrepiento casi de inmediato. Demonios, es atractivo. Me sonrojo.
—Después de usted —murmura, haciendo un gesto con sus manos de largos dedos, bellamente arregladas.

        Con mi corazón casi ahogándome, porque está en mi garganta tratando de escapar por mi boca, me dirijo a uno de los pasillos de la sección eléctrica. ¿Por qué está en Okinawa? ¿Por qué está aquí, en la tienda? Y desde una pequeña y casi no usada parte de mi cerebro —probablemente localizada en la base de mi bulbo raquídeo, en donde habita mi subconciente— llega el pensamiento: “está aquí para verte.” ¡No puede ser! Lo rechazo inmediatamente. ¿Por qué este hombre de ciudad, hermoso y poderoso querría verme? La idea es absurda y la pateo fuera de mi cabeza.

—¿Está en Okinawa por negocios? —pregunto y mi voz es muy aguda, como si hubiera aplastado mi dedo con una puerta o algo. ¡Demonios! 
—Estaba visitando la división de la universidad. Tiene base en Okinawa. Actualmente, estoy fundando algunas investigaciones propuestas por la facultad. —dice con naturalidad.  Me sonrojo ante mis caprichosos y tontos pensamientos.
—¿Todo es parte de tu plan “alimenta-al-mundo”? —pregunto
—Algo así —reconoce y sus labios se curvan en una media sonrisa.

            Mira a la selección de organizadores de cables. ¿Qué demonios va a hacer con esos? No me lo imagino arreglando la casa por su cuenta... es mas como de los que pagan a alguien para que lo haga, ¿no? Sus dedos viajan por varios de los paquetes mostrados y por alguna razón inexplicable, tengo que mirar para otro lado. Se inclina y elige un paquete.

—Estos funcionarán —dice con su tan secreta sonrisa y me sonrojo.
—¿Algo más?
—Me gustaría un poco de cinta para enmascarar.
—¿Está redecorando? —Las palabras salen antes de que pueda detenerlas. ¿Seguramente contrata trabajadores o tiene un equipo para ayudarlo a decorar?
—No, no redecorando —dice rápidamente, luego sonríe burlonamente y tengo el incómodo sentimiento de que se está riendo de mí.

¿Soy tan gracioso? ¿Me veo gracioso?

—Por aquí —murmuro avergonzado— La cinta de enmascarar está en el pasillo de decoración.
—¿Trabajas aquí desde hace mucho? —Su voz es baja y me está mirando, sus ojos grises concentrados fuertemente. Me sonrojo aún más si cabe. ¿Por qué demonios tiene ese efecto sobre mí? Siento como si tuviera catorce años, inoportuno como siempre y fuera de lugar. ¡Ojos al frente, Uruha!
—Cuatro años —mascullo mientras alcanzamos nuestro objetivo. Para distraerme, me inclino hacia abajo y escojo los dos anchos de cinta de enmascarar que tenemos en stock.
—Tomaré esa —dice Gackt, apuntando suavemente a la más ancha, la cual le paso. Nuestros dedos se rozan muy brevemente y la corriente está ahí de nuevo, corriendo a través de mí como si hubiera tocado un cable expuesto. Me atraganto involuntariamente cuando lo siento, todo el camino hacia abajo a algún lugar oscuro e inexplorado, profundo en mi barriga. Desesperadamente, busco alrededor por mi equilibrio.
—¿Algo más? —Mi voz es áspera y agitada.
—Algo de cuerda, creo. —Su voz refleja la mía, áspera.
—Por aquí. —Inclino mi cabeza hacia abajo para esconder mi recurrente sonrojo y me dirijo al pasillo.
—¿De qué tipo buscaba? Tenemos cuerda sintética y natural de filamento... trenzada... cuerda de cable... —Me detengo ante su expresión, sus ojos oscureciéndose. Dios santo.
—Llevaré cuatro metros y medio de la soga natural de filamento, por favor.

          Rápidamente, con dedos temblorosos, mido los cuatro metros y medio en la regla fija, consciente de su mirada gris y cálida sobre mí. No me atrevo a mirarlo. Kamisama, ¿sería posible estar aún más consciente de mí mismo? Tomando mi cuchillo del bolsillo trasero de mis jeans, la corto y la enrollo prolijamente antes de atarla en un nudo corredizo. Por algún milagro, me las arreglo para no cortarme un dedo con mi cuchillo.

—¿Fuiste un explorador? —pregunta, labios esculturales y sensuales curvados en sorpresa. ¡No mires su boca!
—Las actividades de grupo organizados no son realmente lo mío, Sr. Okabe.

Levanta una ceja.

—¿Qué es lo tuyo, Takashima? —pregunta, su voz suave y su sonrisa secreta de vuelta. Lo miro, incapaz de expresarme. Estoy sobre placas tectónicas en movimiento. “Trata de parecer tranquilo, Shima”, mi torturado subconsciente me ruega de rodillas.
—Libros —susurro, pero por dentro, mi subconsciente está gritando: “¡Tú! ¡Tú eres lo que me interesa!” Lo callo de inmediato, mortificado porque mi psiquis esta teniendo ideas por encima de su nivel.
—¿Qué clase de libros? —Inclina su cabeza hacia un lado. ¿Por qué está tan interesado? 
—Oh, ya sabes... lo usual. Los clásicos. Literatura británica, mayormente.

Frota su barbilla con su largo dedo índice y pulgar mientras contempla mi respuesta. O tal vez está muy aburrido y está intentando ocultarlo.

—¿Algo más que necesites? —Necesito poder superar este tema, esos dedos en en ese rostro son tan seductores.
—No lo sé. ¿Qué más me recomendarías?

¿Qué te recomendaría? Ni siquiera sé que estás haciendo.

—¿Para un hazlo-tú-mismo?

Asiente, sus ojos grises vivos con un secreto humor. Me sonrojo y mis ojos vuelan involuntariamente por sus cómodos jeans.

—Un mono —replico y sé que ya no controlo lo que está saliendo de mi boca.

Él levanta una ceja, sorprendido de nuevo.

—No querrás arruinar tu ropa. —Hago un gesto vago en dirección a sus jeans. 
—Siempre podría quitármelos —replica.
—Um. —Siento el color en mis mejillas subiendo de nuevo. Debo estar del color del manifiesto comunista. Deja de hablar. Deja de hablar AHORA.
—Llevaré algunos monos. El cielo no permita que arruine algo de ropa —dice secamente.

Trato de alejar la inconveniente imagen de él sin jeans.

—¿Necesita algo más? —pregunto tan rápido como le entrego los overoles azules.

Él ignora mi pregunta.

—¿Cómo va el artículo? —Finalmente me ha hecho una pregunta normal, lejos de todas las indirectas y la confusa conversación de doble sentido... Una pregunta que puedo responder. Tomo mis pensamientos firmemente con mis manos como si fuera algo de vida o muerte y elijo la honestidad.
—No voy a escribirlo. Reita lo hará. El señorito Suzuki lo hará. Mi compañero de cuarto, él es el escritor. Está muy feliz por eso. Es el editor de la revista y estaba devastado por no poder hacer la entrevista en persona. —Siento que finalmente puedo respirar, al menos un tema normal de conversación—. Su única preocupación es no tener fotografías originales de usted.
Grey levanta una ceja.
—¿Qué clase de fotografías quiere?

De acuerdo. No había imaginado esto en su respuesta. Sacudo mi cabeza, porque simplemente no lo sé.

—Bueno, estoy por aquí. Tal vez mañana... —Se calla.
—¿Estaría dispuesto a ir a una sesión de fotos? —Mi voz es aguda de nuevo. Akira estará en el séptimo cielo si logro conseguir esto. “Y tal vez lo veas de nuevo mañana”, ese oscuro lugar en la base de mi cerebro me susurra seductoramente. Alejo el pensamiento: de todos los tontos, ridículos...
—Akira estará encantado, si conseguimos un fotógrafo. —Estoy tan contento. Le sonrío ampliamente. 

           Sus labios se abren, como si estuviera tomando una repentina bocanada de aire y parpadea. Por una fracción de segundo, parece de alguna forma perdido y la tierra se mueve un poco de su eje, las placas tectónicas moviéndose a una nueva posición.
Oh, dios. La mirada perdida de Satoru Okabe.

—Hazme saber sobre mañana. —Alcanzando su bolsillo trasero, saca su billetera—. Mi tarjeta. Tiene mi número de móvil en ella. Necesitas llamar antes de las diez de la mañana.
—De acuerdo. —Lo miro de nuevo. Reita estará encantado.
—¡Shima!

             Ogata se ha materializado al otro final del pasillo. Es el mas joven de los novatos de la tienda. Oí que había llegado a casa desde Princeton, pero no esperaba verlo hoy.

—Er, discúlpeme por un momento, Sr. Okabe. —Gackt frunce el ceño mientras me giro.

           Hirotto siempre ha sido un amigo y en este extraño momento que estoy teniendo con el rico, poderoso, asombroso y extremadamente atractivo y controlador Gackt, es genial hablar con alguien normal. Ogatta me abraza fuerte tomándome por sorpresa.

—Shima, hola, ¡es tan bueno verte! —dice.
—Hola, Hiroto. ¿Cómo estás? ¿Estás en casa por el cumpleaños de Shou?
—Síp. Te ves bien, Shima, muy bien. —Me mira mientras me examina a la distancia de un brazo. 

         Luego me suelta, pero mantiene un brazo posesivo sobre mi hombro. Cambio mi peso de un pie al otro, avergonzado. Es bueno ver a Ogatta, pero siempre ha sido confianzudo.
         Cuando miro hacia Satoru Okabe, está mirándonos como un halcón, sus ojos grises oscuros y especulativos, su boca en una dura línea. Ha cambiado del extraño y atento cliente a alguien más, alguien frío y distante.

—Ogata, estoy con un cliente. Alguien que deberías conocer —digo, tratando de disuadir el antagonismo que veo en los ojos de Gackt. Arrastro a Hiroto para presentarlo y se miden mutuamente. La atmósfera es súbitamente ártica—. Er, Ogatta, este es Satoru Okabe. Sr. Gackt, este es Hiroto Ogata. Su hermano es el dueño del local. —Y por alguna extraña razón, siento que debo explicarme un poco más.—Conozco a Hirotto desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos tan seguido. Ha vuelto de Princeton donde estudia administración de empresas. —Estoy balbuceando... ¡Detente ahora!
—Sr. Ogata. —Satoru mantiene su mano extendida, su mirada ilegible.
—Sr. Okabe. —Hiro devuelve el saludo—. Espera... ¿no es el Satoru Okabe?

         Hiro va de insípido a asombrado en menos de un nanosegundo. Gackt le ofrece una sonrisa educada que no llega a sus ojos.

—Guau... ¿hay algo que pueda ofrecerle?
—Takashima lo tiene bajo control, Sr. Ogata. Él ha sido muy atento. —Su expresión es impasible pero sus palabras... es como si estuviera diciendo algo completamente distinto. Es desconcertante.
—Genial —responde Hiroto—. Te veo luego, Shima.
—Seguro, Hiro. —Lo miro desaparecer en el almacén—. ¿Algo más, Sr. Gackt?
—Sólo estas cosas. —Su tono es cortante y frío. Diablos... ¿Lo habré ofendido? Tomando una profunda respiración, me giro y voy hacia la caja. ¿Cuál es su problema?

Junto la soga, monos, cinta de enmascarar y organizadores de cables en el mostrador.

—Serían cuarenta y tres yenes, por favor. —Miro a Gackt y deseo no haberlo hecho. Está mirándome de cerca, sus ojos grises humeantes e intensos. Es inquietante—. ¿Le gustaría una bolsa? —pregunto mientras recibo su tarjeta de crédito.
—Por favor, Takashima. —Su lengua acaricia mi nombre y mi corazón una vez más está frenético. Casi no puedo respirar. De prisa, pongo sus cosas en una bolsa de plástico—. ¿Me llamarás si quieres que haga la sesión de fotos? —Es todo sobre negocios otra vez. Asiento, mudo de nuevo y devuelvo su tarjeta de crédito.
—Bien. Hasta mañana, quizás. —Se gira para irse, luego hace una pausa—. Oh... y Takashima, me alegra que el Srto. Suzuki no haya podido hacer la entrevista. — Sonríe, luego sale con renovado interés fuera de la tienda, colocando la bolsa plástica sobre su hombro, dejándome como una temblorosa masa de iracundas hormonas masculinas. Paso varios minutos mirando la puerta cerrada por la que salió antes de volver al planeta tierra.


            De acuerdo. Me gusta. Ahí, lo he admitido a mí mismo. No puedo esconderme más de mis sentimientos. Nunca antes me he sentido así. Lo encuentro atractivo, muy atractivo. Pero es una causa perdida, lo sé y suspiro con un amargo resentimiento. Fue solo una coincidencia, su llegada aquí. Pero aún así, puedo admirarlo desde lejos, ¿no? Ningún mal puede venir de eso. Y si encuentro un fotógrafo, puedo admirarlo seriamente mañana. Muerdo mi labio en anticipación y me encuentro a mi mismo entusiasmado como un colegial. Necesito llamar a Reita y organizar una sesión de fotos.